TEJADOS EFICIENTES
La lógica de la ley de la gravedad, aplicada a la edificación
La cubierta de los edificios constituye una parte específica y singular de su revestimiento exterior, cuya función básica es protegerlos de las humedades que genera la pluviometría propia de la localidad en la que se encuentran.
La cubierta protege la parte superior de los edificios contra los fenómenos climáticos: viento, lluvia, nieve, frío y calor.
Las funciones que deberían cumplir las cubiertas son:
- Estanqueidad al agua.
- Aislamiento térmico (protección contra el frío y el calor).
- Resistencia a heladas.
- Resistencia estructural.
- Resistencia al fuego.
- Estanqueidad al aire y, si es necesario, al vapor.
- Aislamiento acústico.
- Estética (interior y exterior) y armonía con el paisaje.
- Respeto al medioambiente.
La “función” más importante de la cubierta de un edificio es la evacuación natural de las aguas pluviales de la manera más rápida y eficaz posible, lo que obviamente se consigue con las cubiertas inclinadas. Es la lógica de la ley de la gravedad, aplicada a la edificación.
Este principio físico tan evidente lo viene aprovechando el hombre de manera intuitiva para auto protegerse, él o sus bienes, de la lluvia, mediante dispositivos con pendientes suficientemente pronunciadas que faciliten la evacuación del agua.
En base a esta idea, los primeros hábitats, cuyas cubiertas estaban realizadas con productos de naturaleza vegetal, presentaban fuertes inclinaciones como solución idónea para compensar el carácter parcialmente permeable del cubrimiento utilizado.
La humedad en la edificación ocasiona diversas patologías, muchas veces incontroladas que disminuyen el confort y la salud de los usuarios, pudiendo llegar a comprometer su estabilidad estructural. De ahí la importancia de adoptar, a la hora de desarrollar un proyecto, medidas suficientemente eficaces para evitarla.
Se atribuye al arquitecto Antonio Gaudí la frase de que “las humedades en los edificios son como las enfermedades en el hombre: Inevitables”. Esta frase puede resultar excesiva si se generaliza, pues hay que considerar que de la misma forma que en los seres humanos los problemas de salud se solventan con los tratamientos adecuados, ya sean preventivos o curativos, lo mismo ocurre en la edificación.
La reflexión anterior encierra, en sí misma, el concepto de prevención como elemento básico y primario que hay que considerar a la hora de proyectar cualquier parte de un edificio en general y de las cubiertas en particular, tratando de minimizar, en lo posible, procesos curativos o de reparación a posteriori que repercuten, inevitablemente, en los usuarios, pudiendo llegar a afectar, incluso, de forma significativa, a las economías familiares.
ELEMENTOS DE LA CUBIERTA
Cobertura
Es la capa de la cubierta que da protección frente a las acciones climatológicas, la lluvia, el viento, la nieve, la radiación, etc. Para esta capa se ha de elegir el material que mejor se adapte a la climatología de la zona del proyecto o al diseño de la construcción. Esta cobertura ha de estar combinada con componentes que garanticen la estanqueidad de la cubierta, y a su vez la ventilación de la misma.
Aislamiento e impermeabilización
Son las capas que tienen que diseñarse para garantizar el confort interior en función de la localización, orientación y climatología del edificio. Con estas capas tiene que conseguirse un adecuado aislamiento acústico, térmico, impermeabilidad al agua de lluvia, permeabilidad al vapor de agua, iluminación, etc.
Soporte
En esta capa se consideran tanto los elementos que sostienen la cobertura, como tableros, placas onduladas, etc, como la base estructural, que es la que sustenta y dota de estabilidad al conjunto, siendo la encargada de formar la pendiente, y puede ser madera, hormigón o acero.