España tiene un serio problema con el agua. El calentamiento global está afectando de manera significativa a los patrones de lluvia, lo que provocará largos periodos de sequía cada vez con mayor frecuencia. A medio/largo plazo esta situación pasará factura a nuestros sistemas de almacenamiento de agua, no sólo a los pantanos, también a los acuíferos subterráneos que abastecen a las ciudades y a los sistemas de riego de los campos de cultivo, generando escasez y dificultades para satisfacer las necesidades de la población.
Por ello, desde hace varios años se estudian diferentes acciones para optimizar el consumo de agua, pero también para aprovechar mejor las cada vez más escasas lluvias. Y ante esta situación, la cubierta inclinada es una gran aliada.
Un poquito de historia
Nuestro país cuenta con una larga tradición e historia en el empleo de sistemas para el aprovechamiento del agua de lluvia y su recogida en depósitos (ya sean subterráneos o en superficie). Los árabes eran grandes expertos en el almacenamiento del agua de lluvia proveniente de los tejados en aljibes y, antes que ellos, los romanos empleaban depósitos bajo tierra (cisternas) para el mismo fin.
En la actualidad, el incremento de la población urbana y las escasas e impredecibles lluvias ponen de manifiesto la necesidad de no desperdiciar ni una gota de agua. En grandes urbes, como Nueva York, los depósitos de agua de sus tejados son un emblema.
La importancia de la pendiente
La característica que define una cubierta inclinada es, precisamente, su pendiente. Ésta nunca es inferior al 15% para evitar que el agua de lluvia se filtre ocasionando humedades. A mayor pendiente, mayor velocidad de caída y menor tiempo de permanencia sobre la cubierta. De esta manera, la inclinación del tejado se convierte en un elemento imprescindible para la evacuación del agua.
Pero la propia inclinación de la cubierta también sirve para dirigir el agua de lluvia hacia sistemas de canalización, como los canalones, permitiendo su recogida y almacenamiento para posteriores usos. Así, el agua de lluvia en lugar de pasar a la red de saneamiento de la localidad donde se produce la tormenta (y que, en ocasiones, se puede ver desbordada) entra a formar parte de los recursos y suministros del inmueble. Esta acción permite reducir el consumo de recursos y el impacto ambiental del edificio, mejorando el ahorro económico al utilizar recursos propios en lugar de recurrir a la red de suministros.
¿Y para qué se puede emplear el agua almacenada?
Los materiales con los que se construyen las cubiertas inclinadas no afectan ni a la calidad ni a la composición del agua recogida, por lo que ésta se puede utilizar como un recurso propio del inmueble.
De esta manera, la cubierta inclinada no sólo contribuye a minimizar el riesgo de humedades por filtración en el inmueble, también realiza un aporte a su sostenibilidad al facilitar la recogida del agua de lluvia y su uso como un recurso propio.